La liebre era tan rápida, tan veloz, tan ligera y escurridiza, que se paró a descansar. Se sabía tan superior a la tortuga, que se durmió. Y, como no, perdió.
El imaginario popular, los cuentos para niños, pueden aplicarse siempre a la realidad. También a la del Barça. Guardiola tenía este miedo a principios de temporada. Que su liebre se cansara de correr. Que tras ser los más guapos, tras los merecidos elogios, los suyos se pararan a sestear. Pero no ha sido así. Se han superado. Otra vez. ¿Por qué? Por su profesionalidad, por su calidad, por su compromiso, por las reprimendas de Pep… y por Mourinho. El azote continuo del luso y su maquinaria mediática, han reavivado la llama azulgrana. Cuando al mejor le buscas las cosquillas, éste responde con firmeza. Saca sus ‘pebrots’, el amor propio, y nadie le puede parar. Tampoco Mou.
Pero es que el portugués, aunque provoque rechazo entre los azulgrana, ha sido necesario para este Barça. Todo héroe tiene su antítesis. El yin, requiere el yang. El ecosistema culé ha requerido de Mourinho para encontrar el equilibrio. Se trata de una dualidad imprescindible para evitar caer otra vez en la autocomplacencia.
Batman no sería nadie en Gotham City sin el Joker. Superman no nos mostraría su capa sin Lex Luthor. El Duende verde da sentido a Spiderman, ya que sin él, sería simplemente Peter Parker. Gracias a los villanos, estos superhéroes han pasado a la posteridad. El luso ha hecho fuertes a los jugadores, les ha unido, les ha abierto un apetito voraz, insaciable. Por eso, a pesar de todo, gracias Mourinho.
Por cierto, ya que estamos de cuentos, que Mou relea la historia de ‘Pedro y el Lobo’, que de tanto mentir, nadie le creyó.
Albert Llimós (diari Sport, 19/05/2011)